Solo cuando uno visita los cementerios en Ucrania comprende la magnitud del crimen que esconde la invasión rusa. En Zhitomir cientos de tumbas se yerguen adornadas con flores y banderas y muestran las fotos de los que fueran hombres y mujeres jóvenes. Allí lloran los padres sin consuelo hablando a la fotografía de un hijo que ya no volverá.