Sucedió el día de Navidad de 2022. Del cielo caían hermosas luces en la noche. Era fósforo blanco -prohibido por la Convención de Ginebra- que terminó por quemar varios vehículos en la calle. Después llegaron tres cohetes. Uno cayó en el parque frente al cuarto donde dormía el padre Maxim, llenando de metralla la fachada. Otro fue a dar en el interior de la iglesia, junto a su cama: no explotó. Algunos feligreses lo llaman «El milagro de Navidad o el milagro del Sagrado Corazón de Jesús que es el nombre de esta parroquia católica. Ahora el padre Maxim se dedica a auxiliar a los habitantes de Jersón que quedan en la ciudad.
«Se han marchado -dice- un 70%. Los que quedan no tienen trabajo y necesitan ayuda en forma de alimentos. Y a eso se dedica el padre y sus ayudantes en cuerpo y alma».