Los apoyos de Putin vienen sobretodo de los partidos Rusia Unida -nacionalista- y Partido Comunista. Por eso lo que pasa en Rusia incluso explica un fenómeno que se abre paso también en Occidente: el rojipardismo que nos amenaza. Como esos zumbados «trumpist» que dicen defender los «verdaderos valores democráticos de EEUU» mientras sostienen banderas confederadas y asaltan las instituciones. Fuerzas ultras que preparan la pinza a la democracia liberal. Que juran que van a salvarla pero no hacen otra cosa que socavarla. Desde ambos lados. Los que fomentan la rendición de un gobierno democrático europeo -Ucrania- ante una potencia imperialista colonizadora: Rusia; o se ponen de refilón. Los rojipardos.
Rusia trató de desestabilizar Europa desde hace años subvencionando partidos de ultraderecha. Y no sin algunos éxitos.
También apoyó a Trump de muchas maneras.
Ser de izquierdas y apoyar a Putin es de hacérselo mirar pero mucho.
Ser europeo y apoyar a Putin es de hacérselo mirar pero mucho.
Ser una persona con un mínimo de dignidad y respeto por la vida y los DDHH y apoyar a Putin es de hacérselo mirar pero mucho.
Elejército ruso no es el segundo ejército del mundo. Pero sí el segundo mejor de la guerra de Ucrania. Eso hay que reconocerlo.
Sin confirmar: rumores de que en Kherson algunos soldados quieren rendirse y Putin ha enviado a 1.300 chechenos kadirovsky para «apretar tuercas» a los vacilantes.
Por de pronto Rusia ha frenado las pantomimas de referendums en los territorios que había conquistado. Un logro político también para Ucrania.